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ENTREVISTA CON Juan Carlos Baumgartner: Redefiniendo el Diseño Espacial a través de la Neuroarquitectura.

ENTREVISTA CON Juan Carlos Baumgartner: Redefiniendo el Diseño Espacial a través de la Neuroarquitectura.

ENTREVISTA CON Juan Carlos Baumgartner: Redefiniendo el Diseño Espacial a través de la Neuroarquitectura.

La neuroarquitectura, es una disciplina que fusiona la neurociencia con la arquitectura, la cual está revolucionando la forma en que diseñamos y experimentamos los espacios. Juan Carlos Baumgartner, uno de los líderes mundiales en esta área, nos comparte sus perspectivas sobre cómo el entorno construido puede influir profundamente en nuestras emociones, comportamiento y bienestar, con un diseño más científico basado en qué le sucede al ser humano en esta relación con el espacio.

Y es que su interés por la psique, el ser humano y su comportamiento, nace antes de que existiera la neurociencia y recuerda haber estudiado un año de psicología ambiental que le permitió observar la falta de integración entre el diseño y la comprensión del comportamiento humano. “Me di cuenta de que muchos psicólogos, que no eran arquitectos, entendían mejor cómo el espacio construido afectaba a las personas”, recuerda. Este descubrimiento lo llevó a explorar más a fondo cómo las herramientas de la neurociencia pueden enriquecer el proceso de diseño arquitectónico.

Es así que, el interés de Juan Carlos por la neuroarquitectura surge de una reflexión crítica sobre la formación tradicional de los arquitectos. “Es irresponsable salir a diseñar sin tener un conocimiento profundo de qué es el ser humano, cómo funciona, y cuál es su relación con la arquitectura”, afirma contundentemente. Para él, es esencial que los arquitectos no sólo se limiten a ser empáticos, sino que adquieran un entendimiento más científico sobre la psique humana y su interacción con el entorno.

Y expresa que uno de los problemas en la carrera de arquitectura, es que en muchas ocasiones se parte de la idea de que los arquitectos conocen perfectamente al ser humano y lo entienden y que basta con ser empáticos para diseñarles, cuando la realidad es que no se tiene idea de cómo es el ser humano y cómo se comporta. Incluso en este contexto sugiere recuestionarse qué es el ser humano basados en todos los conocimientos de neurociencia, porque no lo sabemos, asevera.

En este contexto, Juan Carlos considera, que todas las industrias y las profesiones deberían de cuestionarse a sí mismas con base en estos nuevos hallazgos, el trabajo que se está haciendo en el espacio de las personas. Y nos comparte, “de ahí surge un poco la idea de empezar a cuestionar qué pasa con el espacio, la arquitectura y cómo puedo hacer este puente entre estas dos disciplinas”.

Y es que de acuerdo con Juan Carlos, el mundo está lleno de mala arquitectura, y nos explica que se debe, a que los diseñadores y arquitectos no tienen la menor idea de lo que están haciendo, por lo tanto propone comenzar a entender al ser humano y señala, “la ciencia, tira a la basura muchas cosas que asumimos que son como son y empieza a darnos información de cómo funciona de verdad el ser humano, esto puede ser muy empático pero si no tienes la menor idea de cómo funciona la memoria, (entonces) cómo vas a hacer un aula para que los niños puedan recordar mejor si hay una correlación con el espacio o cómo vas a poder hacer un espacio para generar emociones positivas, si no tienes la menor idea de cómo funcionan las emociones”, señala.

Al hablar de las emociones, Juan Carlos nos comparte, “He oído a un par de colegas hablar de arquitectura emocional sin tener la menor idea de cómo funcionan las emociones, tratan de hacer una arquitectura que detone esa emoción pre construida. Los científicos dicen: ‘esto no es cierto, es imposible, no existe, no hay forma de que una arquitectura esté detonando siempre exactamente una emoción, que además no existe’, lo que existe es la memoria”, y la memoria deriva de la experiencia, explica, al tiempo que sugiere que la arquitectura debería centrarse en crear experiencias memorables que resuenen a lo largo plazo en la memoria de las personas.

Este enfoque refleja una comprensión más matizada de cómo los seres humanos interactúan con su entorno, reconociendo que las emociones son complejas y a menudo impredecibles. Es así como de acuerdo con las últimas teorías se dice que los estímulos que recibe una persona son pieza clave en la forma en que ésta reacciona.

Nos comparte que uno de los conceptos clave en la neuroarquitectura es la “cognición encarnada”, que propone que la cognición no se limita al cerebro, sino que se extiende al cuerpo entero y al entorno. Entonces “pensamos con el cuerpo”, asevera, subrayando la profunda conexión entre el sistema digestivo y el cerebro. Este enfoque redefine nuestra percepción de los espacios arquitectónicos, sugiriendo que los lugares donde vivimos y trabajamos son extensiones de nuestro propio cuerpo. O sea “tu cerebro no sabe distinguir dónde terminas tú y dónde empieza el espacio”, señala Juan Carlos. Es decir “tú puedes ver a una persona tocar el violín de una manera espectacular, la única forma de que lo hagan así, es que su cuerpo ya no asume que es una cosa ajena, el violín es parte de su cuerpo y Merleau-Ponty tiene una frase que me encanta, decía una silla es una silla hasta que te sientas en ella, cuando te sientas en la silla, la silla eres tú y tú eres la silla”, señala.

De tal manera que ahora se plantean desafíos y oportunidades para los diseñadores, quienes deben considerar cómo los espacios pueden influir en el comportamiento y la experiencia de los usuarios de formas más sutiles y profundas. Y es que, de acuerdo con él, es complicado llevarle el ritmo a las neurociencias, “ya que juras que tienes un tema medio claro y resulta que hay un descubrimiento nuevo que cuestiona lo que lo que ya tenías y te tomó años medio entender” y asegura, “el que busque estudiar neurociencia tratando de encontrar respuestas se va a llevar una decepción.

muchísimas más preguntas que respuestas” al tiempo que afirma que el éxito del proyecto en gran medida dependerá de que tan buenas preguntas se haga el arquitecto o diseñador, con base en la neurociencia.

Para ello, sugiere el uso del embodiment (que se define como la sensación de estar dentro de un cuerpo y sentirlo como propio, ya sea el de uno mismo o ajeno y que se puede usar para percibir los cuerpos de manera distinta o para modificar actitudes), el cual ayuda a la mejor comprensión de la arquitectura.

Y es que su trabajo va más allá, Juan Carlos nos compartió un proyecto donde se asoció con un laboratorio de neurociencia en Canadá, para continuar investigando cómo la arquitectura puede influir en el comportamiento de niños con déficit de atención.

“Creemos que los niños podrían manifestar menos síntomas sin necesidad de medicación, simplemente cambiando su entorno arquitectónico”, explica. Este proyecto podría marcar un hito en la manera en que entendemos la relación entre el entorno construido y la salud mental, abriendo nuevas posibilidades para la aplicación de la neuroarquitectura en el diseño de espacios terapéuticos.

También nos platica que otra de las facetas del despacho consiste en futurear, investigar y traducir muchos de estos temas a cosas más mundanas y reales que puedan ser presentadas al cliente, “una de las chambas complicadas y de lo más difícil es cómo aterrizo estas cosas a metodologías, herramientas, a soluciones de diseño, a cosas que yo pueda de alguna manera estandarizar y hacer metodológicamente”.

Juan Carlos Baumgartner nos invita a reflexionar sobre las verdaderas responsabilidades de los arquitectos, señalando que muchos se enfocan más en la estética que en el impacto funcional para el ser humano. Destaca la importancia de considerar el aspecto psicológico del espacio y los colores, que influyen significativamente en el comportamiento humano. Según él, la neurociencia aplicada a la arquitectura nos proporciona una comprensión de por qué ciertos enfoques arquitectónicos históricos han funcionado, ofreciendo una base sólida para replantear preguntas cruciales y mejorar el diseño arquitectónico.

Pasando a los casos de éxito, Juan Carlos tiene por montones, sin embargo, un ejemplo concreto de cómo la neuroarquitectura puede impactar de manera positiva es el diseño de una escuela en la que estuvo involucrado. Aquí, la currícula y el espacio fueron reinventados simultáneamente, lo que resultó en un entorno educativo más dinámico y adaptado a las necesidades de los estudiantes.

Entre los nuevos espacios se incluyó un Learning Commons, un concepto que reimagina la biblioteca tradicional y la transforma en un centro clave para el aprendizaje informal y la interacción social. Meses después de la inauguración, la directora de la escuela contactó a Juan Carlos emocionada para agradecerle el impacto positivo que este espacio había tenido en los estudiantes. Para él, este testimonio subraya cómo un diseño consciente puede mejorar significativamente la experiencia educativa, incluso ayudando a retener a cinco estudiantes que estaban en riesgo de abandonar sus estudios. “A veces, quienes están en el ámbito educativo no necesariamente comprenden cómo la arquitectura puede contribuir a la enseñanza. Cuando adquieren ese conocimiento, se les abre un abanico de opciones que tal vez no hubieran considerado”, señala Juan Carlos.

También se diseñó un Makerspace, un espacio que, según nos cuenta, tiene como objetivo enseñar materias enfocadas en la resolución de problemas, en lugar de abordarlas de manera abstracta. Juan Carlos explica: “Hasta que entras en una carrera relacionada con la creación, nos sumergen en un mundo carente de creatividad, diseñado más para el pensamiento lógico, matemático, secuencial y basado en la memoria”, un entorno en el que no todos logran encajar.

Por otro lado, no pudimos dejar de preguntarle por su libro “Office as a Tribe”, donde Juan Carlos explora cómo a pesar de los avances tecnológicos, los seres humanos siguen comportándose como tribus. Y que la idea fundamental surge de años de estudiar neurociencia y llegar a la conclusión de que somos cavernícolas que tenemos comunidades, que desde hace algunos años se empezaron a segmentar la población desde el punto de vista del marketing. “Y mhemos tratado hasta medio de forzar y agrupar por nivel socioeconómico, edad y por muchas cosas que no nos conectan” aseveró.

Y nos pone como ejemplo que la pandemia nos lo dejó clarísimo, que hay gente que se comporta como millennial porque adopta ciertos comportamientos que no corresponderían a su edad, pero que es algo con lo que se sienten cómodos, otro ejemplo claro es cuando uno vacaciona, donde nos explica: “Rara vez una persona viaja respondiendo a su nivel socioeconómico. La mayoría de la gente viaja gastando más de lo que tienen, como si estuvieran en otro grupo de nivel socioeconómico. Entonces, cuando tú diseñas hoteles, si no entiendes que las tribus son los comportamientos atrás del ser humano o del grupo, vas a seguir agrupándolos por las razones equivocadas, vas a seguir asumiendo que la clase media viaja como clase media. Y posiblemente viajan como otra clase económica que no es necesariamente la que les corresponde”.

Datos así de interesantes son los que podrás encontrar en su libro, “Office as a Tribe”, donde además se cuestiona si la oficina debería de hacer una reinterpretación de una versión contemporánea de la tribu, argumentando que las oficinas modernas deberían reinterpretar estos conceptos ancestrales para crear ambientes que fomenten la conexión y la colaboración, en lugar de centrarse únicamente en la eficiencia y la productividad, por lo tanto urge a los diseñadores considerar cómo los espacios pueden fortalecer los lazos sociales y crear un sentido de comunidad en el lugar de trabajo.

Y para aquellos que desean adentrarse en la neuroarquitectura, Baumgartner ofrece consejos valiosos. Primero, advierte que estudiar neurociencia buscando respuestas definitivas puede llevar a la decepción. “El que busque estudiar neurociencia tratando de encontrar respuestas se va a llevar una decepción”, sin embargo sí podrán tener las herramientas indispensables para hacer las preguntas correctas, que les guiarán a un diseño efectivo y significativo.

Al hablar del futuro de las profesiones y carreras, Juan Carlos nos comparte que en su opinión, “el futuro de las profesiones, por ejemplo, por consecuencia del trabajo, va a ser mucho menos de carreras y va a ser mucho más de interdisciplina, gente conectando cosas”, señala.

Por lo pronto, el principal consejo que les da a los estudiantes es leer, y dice Juan Carlos, “tristemente la gente no lee, ya me da igual si quieren leer de arquitectura nada más pues bueno empiecen por ahí, si leen mucho se terminarán aburriendo y ya se moverán pero yo creo que una fundamental es leer, leer muchísimo”, urge.

También aconseja a los estudiantes de arquitectura que valoren la experiencia práctica. “La arquitectura es un oficio, y se aprende haciéndolo”, afirma. “Es a través del proceso de diseño y
construcción que los arquitectos realmente adquieren la capacidad de crear espacios que respondan a las necesidades humanas de manera integral”, y continúa, otro consejo es “salir a trabajar lo más rápido posible. La arquitectura es una carrera de distancia más que una carrera de velocidad, es una profesión de tiempo, de ponerle paciencia y lo peor que puedes hacer es salir esperando que el mundo sea tan inmediato como las redes sociales. La arquitectura no= va a ser así y entonces pónganselo con paciencia, entren en un lugar donde puedan aprender, donde estén dispuestos a compartir conocimientos y pues vayan creciendo”, nos comparte.

También, considera que en la arquitectura y diseño de espacios, se debe tratar de hacer la mejor obra para la gente que la va a necesitar, sin importar el punto de vista estricto de crítico de arquitectura, ni tampoco si ésta va a trascender en el tiempo y retoma el ejemplo de la escuela, “la escuela que yo te decía ha ganado un par de premios como diseño de escuela, no va a ser un proyecto que te va a dar un Pritzker, pero le cambiamos la vida a las personas que están ahí adentro y eso para mí es mucho más importante” y continua “Necesitamos de repente 3 o 4 genios por generación, pero la mayoría no vamos a ser uno de esos, la mayoría lo que sí tenemos es una oportunidad de cambiar la vida de la gente”.

Como puedes ver, Juan Carlos Baumgartner no solo está desafiando las normas establecidas en la arquitectura, sino que está empujando los límites de lo que es posible al integrar la neurociencia en el diseño espacial. Su enfoque invita a una reflexión más profunda sobre cómo los espacios que habitamos pueden y deben ser concebidos con un entendimiento más holístico del ser humano. Para Juan Carlos, la arquitectura del futuro no es solo una cuestión de forma y función, sino de cómo esos espacios pueden convertirse en extensiones de nosotros mismos, mejorando nuestra vida diaria de maneras que apenas comenzamos a comprender.

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